Último mensaje antes de salir
Los gladiadores cumplen sus sueños o mueren en la arena. Daré lo mejor de mi mismo para pasar bajo el cartel de ZIEL.
Hasta la vista amigos.
El IronMan como una forma de entender la vida
Los gladiadores cumplen sus sueños o mueren en la arena. Daré lo mejor de mi mismo para pasar bajo el cartel de ZIEL.
Lo más bonito es que este gran tipo se ha currado el buscarnos a los que tenemos blog y nos ha escaneado nuestro nombre. Aquí estoy yo:
Gracias de todo corazón, Talín. Es otra señal de que mi sueño se acerca.
Toda la información del trasto está en http://www.tanita.com/IronManScales.shtml
Más cosas: semana de descanso. Hoy pensaba nadar a medio día, pero me han calzado una reunión. Me toca masaje a las 21:00 y el pie me sigue molestando bastante. Saldré viernes y domingo con la bici, pero muy poquita cosa, 2-3 horas cada día para mover las piernas.
No queda nada de nada. Tengo mil preguntas en el aire que me quitan un poco el sueño, pero imagino que las dudas pasarán con los días.
Se acerca el día con el que llevo muchos años soñando. No será una cita perfecta, pero espero dar lo mejor de mi mismo.
Espero poder empezar a trotar una hora por la tarde, antes del partido. A ver cómo se porta el pie.
Me caigo de sueño, ha sido un día durillo.
Domingo=volumen en bici.
Sobre la carrera... Fue un coñazo el tema de la transición, pero de eso hablaré otro día. Simplemente me lo tomé con calma.
Al salir con la bici en la mano sólo pensaba en pasar 3 buenas horas a un ritmo comedido. La cara lo dice todo mientras llegaba a la zona de salida.
A menos de 50 metros montado, con el empedrado de 750 metros destrozando las ruedas, el traqueteo provocó un ruido en la bici y empecé a oir voces. Gritos. Giré la cabeza y vi una mujer que venía corriendo detrás de mi: se me había saltado el cuentakilómetros. Imagino que no estaría del todo bien fijado, pero me extrañó bastante que se saliera. Tiempo perdido.
A la vuelta, otra vez al coger el empedrado, la botella de Isostar que llevo detrás del sillín (que aparece en la foto) saltó por los aires y se fue a tomar por culo. Otra vez susto, parada y un señor me acercó los restos de la botella con el tapón destrozado. Si llego a saber que los avituallamientos eran tan fáciles y completos no hubiera parado. Debutante que es uno...
La verdad es que en la zona de empedrado, donde había público, estaba más preocupado por mis Spinnergy que por otra cosa. Fui suave, pendiente de no caerme ni de que la bici sufriera. Me pasaron unos cuantos.
Acerca del perfil, los que hayáis leido alguna crónica, e-mail en algún foro o la revista Finisher sabréis que el recorrido fue prácticamente plano y CON UNA AUTOPISTA CORTADA para nosotros: una gozada. No sé si eran 2 o 3 carriles por sentido sin tráfico. Un lujo que había que disfrutar. Disfrutar acoplado la mayor parte del tiempo. Mirando al suelo, sintiendo las piernas fáciles, cadenciosas. Contemplando a la derecha el Tajo.
Con mi anterior bici, la vieja Contini, tenía un acople 3T que no había forma de que me viniera bien: me atrancaba al ir acoplado. Con el Profile las cosas han cambiado mucho. No siento las rodillas en el pecho. Perdón, las siento, pero me parece que es una postura ideal. Cómoda. Fácil.
El recorrido eran 4 vueltas de unos 11km de ida y otros tantos de vuelta. No fueron 90, sino 87 según comenté con algunos participantes al terminar. Y no lo sé con seguridad porque la medida del cuentakilómetros estaba tomada para las ruedas de entrenamiento, no para las Spinnergy, así es que tanto distancia como velocidad eran aproximadas. Me da igual.
La ida tenía al final un repecho de un km aproximadamente con muy mala leche. Mucha mala leche si vas acoplado a toda pastilla porque obliga a ponerse de pie y jorobarse un poco. Es decir, que 4 veces hubo que apretar un poco los dientes, pero para mantener la velocidad, no para sufrir.
Mi objetivo era hacer 3 horas, a una media de 30. Casi lo consigo, porque finalmente hice 3 horas y algún minuto, pero me importó bastante poco. En la última vuelta, volviendo ya a boxes, me dio un pequeño bajón que seguro que se comió 2 o 3 minutos. Nada importante.
En esta foto se ve la pinta de velocidad que llevo con el Gatorade en la mano en una de las pasadas cerca de boxes, donde estaba el empedrado.
Anécdota: en una de las rectas llanas de la bici, a 42km/h oí un zumbido cada vez más fuerte y pensé que era una moto a lo lejos. Mis cojones treintaytrés, que decían en la peli "El otro lado de la cama". Era el primero de la general que me pasaba como si un servidor fuera a 10km/h. Me pareció un tipo sacado de otro planeta y no podía imaginarme a qué velocidad iría. En fin, es lo que tiene ser un profesional: vas a toda leche, de forma natural.
Me quedo con los ánimos del público, con los gritos de Dani H20, con las buenas sensaciones y mi capacidad de regular (en exceso, pude hacer 15 minutos menos fácilmente). Me quedo con la comodidad de casi 90 km disfrutando. Me quedo con la power bar que me comi y con la otra y el gel que no me tomé: pensé que no lo necesitaría y acerté. En fin, que me quedo con un buen sabor de boca con mi primera bici en un tri, aunque pude ir algo más deprisa.
Sobre el título del 'post' "Viento", lo he explicado antes en un comentario: no hacía viento en Lisboa. Para mi, en un tri hay agua, viento, tierra y el fuego que uno lleva dentro y que enciende el ánimo de la gente. Me queda por contaros la tierra y el fuego.
La bici terminaba. El sueño seguía.
Pues eso, que me he ido a refrescar 45 minutillos a la piscina.
Miedo, mucho miedo mientras me ponía el neopreno. Calma, mucha calma cuando entré en el agua.
En la zona de boxes, el domingo, todo fue una especie de nube. Miraba la bici, colocaba algo más, volvía a mirar, repasaba las cestas con los trastos de la transición... Cualquier cosa con tal de no ponerme el traje de matar. Pero el momento llegó, casi sin darme cuenta. Una vez puesto ese enorme condón negro, ajustadísimo, me entretuve charlando con un tío del H2O, de Huelva, que había conocido el día anterior. Nos echamos unas risas... La conversación fue más o menos así:
- Yo llevo la natación fatal, es lo que peor se me da.
- Pues ya sabes que esta es mi primera vez, aunque a mi me encanta nadar.
- Saldrás antes que yo del agua. Me vas a sacar un huevo de tiempo.
- Ya, no te jode, ¿y esas espaldas? ¿De hacerte pajas?
- No coño, de llevar cubos de pintura de un lado a otro.
Nos reimos a carcajadas en boxes y nos dimos ánimos luego, en el agua, antes de comenzar a nadar. Por cierto, a pesar de mis problemas nadando, salí antes que él (aunque me metió una minutada en la bici y la carrera).
Camino del lago pasamos por la comprobación del chip y yo ya voy pensando en la nada hasta meter los pies en el agua. Moqueta gris. Boyas amarillas enormes en la salida. Igual de enormes a lo lejos, aunque yo no las veía de lo a tomar por culo que estaban. 2 Vueltas habría que dar. Hay que joderse qué larga es la larga distancia. Qué largos parecen 1900 metros. Qué insignificantes son respecto a los 3800 de Roth. Mierda.
Nado unos metros para calentar y noto que floto muchísimo. Es una gozada hacer el muerto sin esfuerzo. Más brazadas, más vista a un fondo verde que no existe más allá de unos centímetros. Vuelta a la moqueta y, con cuidado de no resbalar, me coloco tras la cinta de salida.
No hay tiempo de colocarse. Suena algo (no sé si un bocinazo) y salimos echando leches. Dando leches. Me coloco. Me descoloco. Cojo unos pies. Recibo patadas, golpes con los brazos. Nada importante. Me relajo.
El ritmo que cojo es cómodo. Pensaba hacer unos 33 minutos. 30 sería un buen tiempo y por encima de 35 malo. Sólo voy pensando en la técnica, en no separarme del grupo y en dar una brazada más. Avanzo.
En esta foto la perspectiva miente. Os aseguro que la boya del fondo estaba en el santísimo culo.
Pasamos por debajo del Oceanario, donde hay una pasarela que discurre por encima de nosotros y parte del público nos mira. Primer grito. Veo las estrellas con un tirón en el gemelo derecho. No lo entiendo, no estoy moviendo casi los pies y tampoco venía avisando la pierna. Paro, sigo gritando de dolor, estiro el pie mientras me van pasando hasta las tortugas y, una vez medio reparado, sigo.
Recuerdo muy poco más del agua. Apenas que no disfruté porque me dieron otros 2 tirones dando al traste con mis ganas de hacerlo bien. Tuve que volver a parar y estirar. No pensaba en retirarme, sólo en colocar el gemelo en su sitio, NO MOVER las piernas y en que no me castigara demasiado el resto de la prueba. Además no conseguía ir recto, pero esto estaba previsto, son los gajes de ser nuevo en el tema.
La segunda vuelta se me hizo eterna. Tanto como los 44 minutos que marcó el parcial. Una gran decepción, pero es lo que hay.
Me como la rabia y me voy para boxes tranquilamente, charlando con Lorena y con Álvaro. Hay que regular, disfrutar y no agobiarse. He dejado algunos mataos detrás de mi, aunque no es un consuelo.
El agua ya es pasado. Un pasado agridulce, pero ya está superado.
Por cierto, estos días sigo jodido con el entrenamiento. Roth se aleja a toda pastilla de mi punto de mira, pero ahora disfruto mucho más.