El IronMan como una forma de entender la vida

domingo, junio 04, 2006

Agua

Os prometí escribir sobre Lisboa. Escribir con detalles. No es sólo para vosotros, también quiero recordar algunas pequeñas cosas para cuando uno cumpla años y competiciones. Para cuando apenas me quede memoria de la primera vez que empecé a vivir mi sueño. Aquí va parte del relato.

El viernes cuando llegué y me di una vuelta por la zona de natación me pareció muy bonito. Es un lago pegado al mar, rectangular, donde la gente aprende vela y no sé qué más. Está en medio de varios pabellones de la Expo de Lisboa, con el Oceanario elevado en uno de sus extremos.

Me dieron la oportunidad de nadar el sábado por la mañana para reconocer el terreno (valiente gilipollez: horizontal, salado y en calma), pero de coña dije que ni hablar, que el neopreno me había costado una pasta y yo no lo metía en cualquier sitio. Por la tarde, ya con Lorena y con Álvaro, vimos un bicho enorme dar un salto de un par de metros. Me recordaba a las carpas de la Casa de Campo o del Retiro (gigantes), pero en agua salada deberían ser de la familia de Tiburón o de la Orca asesina. Acojonado me dejó la criatura.


Miedo, mucho miedo mientras me ponía el neopreno. Calma, mucha calma cuando entré en el agua.

En la zona de boxes, el domingo, todo fue una especie de nube. Miraba la bici, colocaba algo más, volvía a mirar, repasaba las cestas con los trastos de la transición... Cualquier cosa con tal de no ponerme el traje de matar. Pero el momento llegó, casi sin darme cuenta. Una vez puesto ese enorme condón negro, ajustadísimo, me entretuve charlando con un tío del H2O, de Huelva, que había conocido el día anterior. Nos echamos unas risas... La conversación fue más o menos así:


- Yo llevo la natación fatal, es lo que peor se me da.
- Pues ya sabes que esta es mi primera vez, aunque a mi me encanta nadar.
- Saldrás antes que yo del agua. Me vas a sacar un huevo de tiempo.
- Ya, no te jode, ¿y esas espaldas? ¿De hacerte pajas?
- No coño, de llevar cubos de pintura de un lado a otro.

Nos reimos a carcajadas en boxes y nos dimos ánimos luego, en el agua, antes de comenzar a nadar. Por cierto, a pesar de mis problemas nadando, salí antes que él (aunque me metió una minutada en la bici y la carrera).

Camino del lago pasamos por la comprobación del chip y yo ya voy pensando en la nada hasta meter los pies en el agua. Moqueta gris. Boyas amarillas enormes en la salida. Igual de enormes a lo lejos, aunque yo no las veía de lo a tomar por culo que estaban. 2 Vueltas habría que dar. Hay que joderse qué larga es la larga distancia. Qué largos parecen 1900 metros. Qué insignificantes son respecto a los 3800 de Roth. Mierda.

Nado unos metros para calentar y noto que floto muchísimo. Es una gozada hacer el muerto sin esfuerzo. Más brazadas, más vista a un fondo verde que no existe más allá de unos centímetros. Vuelta a la moqueta y, con cuidado de no resbalar, me coloco tras la cinta de salida.

No hay tiempo de colocarse. Suena algo (no sé si un bocinazo) y salimos echando leches. Dando leches. Me coloco. Me descoloco. Cojo unos pies. Recibo patadas, golpes con los brazos. Nada importante. Me relajo.

El ritmo que cojo es cómodo. Pensaba hacer unos 33 minutos. 30 sería un buen tiempo y por encima de 35 malo. Sólo voy pensando en la técnica, en no separarme del grupo y en dar una brazada más. Avanzo.

En esta foto la perspectiva miente. Os aseguro que la boya del fondo estaba en el santísimo culo.

Pasamos por debajo del Oceanario, donde hay una pasarela que discurre por encima de nosotros y parte del público nos mira. Primer grito. Veo las estrellas con un tirón en el gemelo derecho. No lo entiendo, no estoy moviendo casi los pies y tampoco venía avisando la pierna. Paro, sigo gritando de dolor, estiro el pie mientras me van pasando hasta las tortugas y, una vez medio reparado, sigo.

Recuerdo muy poco más del agua. Apenas que no disfruté porque me dieron otros 2 tirones dando al traste con mis ganas de hacerlo bien. Tuve que volver a parar y estirar. No pensaba en retirarme, sólo en colocar el gemelo en su sitio, NO MOVER las piernas y en que no me castigara demasiado el resto de la prueba. Además no conseguía ir recto, pero esto estaba previsto, son los gajes de ser nuevo en el tema.

La segunda vuelta se me hizo eterna. Tanto como los 44 minutos que marcó el parcial. Una gran decepción, pero es lo que hay.

Me como la rabia y me voy para boxes tranquilamente, charlando con Lorena y con Álvaro. Hay que regular, disfrutar y no agobiarse. He dejado algunos mataos detrás de mi, aunque no es un consuelo.

El agua ya es pasado. Un pasado agridulce, pero ya está superado.

Por cierto, estos días sigo jodido con el entrenamiento. Roth se aleja a toda pastilla de mi punto de mira, pero ahora disfruto mucho más.

2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Y qué más?

9:26 p. m.

 
Blogger 226 said...

Dani no nos dejes a medias....

10:25 a. m.

 

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