El IronMan como una forma de entender la vida

lunes, junio 23, 2008

Sigo soñando

Dicen que ya hay más blogs inactivos que activos. Es decir, que la gente se anima hasta que se da cuenta de que esto de escribir requiere tiempo, ganas y, en algunos casos, pérdida de sentido del ridículo. ¡Ah! Y tener cosas que escribir.

En mi caso, necesito un descanso. Son días raros. Días en los que no tengo demasiado tiempo. No tengo muchas ganas. Eso sí, el ridículo lo dejé en el arcén de una carretera hace tiempo. Tampoco me queda mucho por contaros en estos momentos. De verdad.

Algunos me habéis comentado que eso de "ironmandream" había que cambiarlo, que está obsoleto una vez completado Lanzarote. Y de eso nada, porque uno sigue soñando. Cada mañana, cada día. Es algo de lo que me enorguyezco: la capacidad de afrontar el futuro con la esperanza y la ilusión de un niño. Saber que quedan objetivos lejanos por los que levantarse, saltar de la cama y afrontar las siguientes horas de actividad dando el 100%.

Para el año que viene, si no pasa nada, pienso repetir Lanzarote. Y hacerlo mucho mejor en cuanto a bajar de tiempo. No sé si seré más feliz, pero al menos lo intentaré (me comentaba Zubi que en todas las fotos que tiene mías del día del IM salgo con una enorme sonrisa).

Que volveré a escribir está claro, pero no pongo fecha. De momento os dejo una foto de uno de los 4 ó 5 sueños que de verdad persigo en mi vida.


Preciosa.

Por si algún insensato me quiere contactar: ironmandream arroba yahoo.es

Nos vemos en la carretera. Hasta entonces... Besos en los morros.

Dani

jueves, junio 12, 2008

Me voy a Paris

No es del todo cierto. Me voy a EuroDisney con Lorena y Álvaro. El peque se lo ha ganado a pulso este año.

Salimos mañana viernes y volvemos el lunes por la noche. Al menos pisaremos Paris el sábado, en visita relámpago.

La semana acaba bien, realmente bien, a pesar de que pintaba muy muy fea. Volvemos a respirar.

¿Objetivos para el año que viene? Varios.

Besos en los morros,
Dani

viernes, junio 06, 2008

Pruebas del delito

Yo estuve allí. Os juro que el tipo de más abajo no es un doble (no hubo candidatos para sustituirme)

Haciendo el tonto al llegar, después de montar la bici



Colocando los dorsales (en breve escanearé el que llevé puesto)


Colocando la pulsera de participante


Colocada. Todavía (2 semanas más tarde) no me la he quitado


Este es parte del equipo de apoyo. Son los más bajitos, pero dan energía como pocos


Un clásico de mis viajes. Siempre me saco una foto en un espejo

El Rocketship (Alvarete dixit) en la cuadra con el resto de amiguitas con las que pasó la noche


Está claro el club al que pertenezco ¿no? Comienzan las sonrisas




Empieza el baile de verdad



Ya en la T2. ¡¡¡¡Esto está hecho!!!!

Alegre trote por la tarde, con un cielo precioso que rompe cualquier desánimo


Un tipo feliz. realmente feliz


Desgraciadamente, fin de fiesta. El verdadero campeón está a mi lado


Este fin de semana colgaré las fotos oficiales de la organización. Quizá tengan más calidad, pero menos mérito y mucha menos épica. Vuelvo pronto

Besos en los morros,

Dani

domingo, junio 01, 2008

Crónica de un sueño

Corazón

El que me ha movido todos estos años. Desde hace casi media vida Lanzarote ha sido un motor que, unas veces más, otras menos, me ha empujado a salir a la calle. Ahora recuerdo cuántas veces he cruzado el puente de la Princesa, dando una vuelta hacia el Vicente Calderón y volviendo a casa pensando en un arco de meta. Cuántos días en la Casa de Campo, con la Contini y un acople 3T que siempre me daban aspecto de outsider. Los largos en cualquier piscina sin saber cuándo podría materializarse el sueño. El camino ha sido largo.


Algo de cachondeo hubo el día que, en la quedada con los colegas del club el día de la San Silvestre, dije que estaba apuntado a Lanzarote. No sé si alguien daba un duro por mi. Otros amigos también eran escépticos después de la experiencia de Roth y de mi recaída de la lesión el año pasado. Mi corazón decía que allí estaría y que volvería con una victoria.


Y mi corazón, defectuoso de fábrica, ha aguantado. Y aguantará mucho más, porque esto, como ya he dicho, es sólo el principio.


Cabeza

Un día Lonely me dijo que Lanzarote no tenía nada que ver con Roth, que era muchísimo más duro. Que cuando no pudiera más, tendría que seguir dando pedales. Las historias que he leído sobre el asfalto descarnado, el viento siempre furioso y el sol inmisericorde me acojonaban, sinceramente. Pero esta vez llegaba al día D entero. Sin lesiones graves, habiendo entrenado bien, probado la alimentación. Y entrenado la cabeza. Mucho. Preparado para lo peor, esperando siempre lo mejor.

Algunos me decían que, si las patas van bien, la cabeza siempre funciona. No es así. A veces las patas no van y tienes que seguir adelante. Y yo no podía permitirme volver sin una medalla. Una medalla interna.

Entrené con Ana pensando que podría ocurrir lo peor: un desvanecimiento, momentos de flojera, imprevistos que te atacan... Nada de eso pasó, pero iba con las armas suficientes por si acaso. Además, los pensamientos constantes sobre ciertas personas me recordaban que ese era un día feliz.

Cuerpo

Uno llega a Puerto del Carmen y sólo ve tarzanes. Gente realmente fuerte. Secos. Maromos tostados en los entrenamientos eternos. Triatletas con mayúsculas, con experiencia, con un físico privilegiado. Depilados. Con piernas enormes y pectorales como puertas. El paraíso para cualquier gay de libro.

Y allí estaba yo, tirillas. Un metro ochenta; 66 kilos de peso; 13% de grasa; a medio depilar (lo siento Lolo, no tuve tiempo). Un completo alienigena en medio de un planeta extraño. Es como si uno se cuela en una fiesta a la que no le han invitado. Gracias a Dios, de vez en cuando aparece un tío vejete, con cierta barriga histórica. Sonríes aliviado, hasta que te enteras de que ha terminado ni se sabe cuántos IM. Maldices.


En esta ocasión el maestro del Dr. Silván tuvo que pincharme Traumel en la cadera el lunes previo al IM. Durante todo el año ha estado vigilando mi espalda. Mimándola en varias sesiones. Si alguien tiene un problema serio de traumatología, Hernán es la persona a la que hay que ir a ver. Él y Virginia son capaces de animarte como pocos, de buscar remedios y dejarte como nuevo. Además, tiene infinitas historias de atletismo que contar, amen de mil amigos que todos conocemos de la élite del atletismo español. Estar tumbado en la camilla recibiendo un masaje y escuchándole es como llevar el coche al taller y que te lo repare el mecánico de Alonso.


En cualquier caso, no he tenido demasiados problemas graves esta temporada. Simplemente el pinzamiento en mi espalda no me deja correr todo lo deprisa que me gustaría. Este año trabajaré específicamente este tema para poder encarar el futuro con mayores garantías.


Amigos

Todo esto no hubiera sido posible sin gente muy especial.

Amigos como Zubi, que me sacaba de la cama los domingos, cuando apetecía alargar el descanso semanal. Un tipo capaz de minimizar cualquier problema y reducirlo a la categoría de anécdota. Si a alguien le debo aguantar en la bici con algo (no mucho) de dignidad, es a él. Gracias de corazón, hermano.

Talín, esa leyenda del triatlón que te manda un mail desde el corazón de Europa justo cuando tienes un día en el que mandarías todo a tomar por culo. Un ejemplo a seguir. Un modelo a imitar. Un experto curtido en mil batallas. Alguien a quien acudir cuando suena una alarma.

El pura sangre de Esteban, ese portento que tiene lo mismo de motor que de tocahuevos. Ese grano en el culo con el que quedas a comer, te dice lo manta que eres y al que le das las gracias. Hawaii es tuyo el día que te lo propongas. Y ese día seré el segundo tío más contento en el mundo.

Sylvia, compañera de trabajo que está siempre para lo que necesites. Animando, echando un cable. Buscando cómo arreglar un marrón en la ofi cuando aparece. Siempre con una sonrisa. De verdad, hace milagros. Para que os hagáis una idea, no he escuchado nunca a nadie habar mal de ella. Y eso, dados los tiempos que corren, es un milagro.

Jose Antonio, currante como pocos y también tocapelotas. Si algún día deja esa mierda llamada padel y se anima a un deporte de verdad, puede dar la campanada. La pena es que le gusta demasiado complicarse la vida. Podrías ser un crack, mamón.

No puedo olvidarme del míster, de Pablo Cabeza (Portsea). Cuando me puse en sus manos en enero no estábamos muy seguros de que un servidor llegara a buen puerto. Eran pocos meses los que había por delante y muchas cosas que hacer. Y yo no tenía demasiadas horas semanales. Muchos condicionantes. Él me enseño un camino y yo traté de seguirlo. Y ahora sabemos que mereció la pena. Gracias maestro.

Los colegas de blog, que habéis estado ahí animando todo el año. Os recordé durante toda la prueba. A todos sin excepción, incluso a los que alguna vez habéis dejado algún mensaje y no os tengo linkados. Suponéis un plus de motivación muy importante. Un reflejo en muchos casos. Un motor extra la mayoría de las veces. Somos una gran familia.

Y luego merecen mención a parte los Aguaverdes. Un grupo humano como pocos, con gente con la que compartir vivencias de tu a tu, sin gilipolleces. Cortados muchos de ellos con las mismas ilusiones que un servidor. Apareciendo a las 4 y media de la mañana con una cámara (grande, Peludo) para grabar el gran día aunque ellos no corran este año. O dando consejos desde la experiencia, como Juan Diego (o como Dani H2O, que es como otro aguaverdiano), al que espero que Embrun le resarza de no poder haber corrido este año en LZ. Nombrar a Lonely, Nacho Paquete, Maca, Termin... Es nombrar a gente a la que admiro y con la que es un privilegio compartir nervios en una playa del Atlántico.

Los que lean esto y no vean su nombre no deben sentirse olvidados. Hay mucha gente del trabajo, de los amigos, de la familia, que me ha ayudado de una u otra manera. Todos estabais en Puerto del Carmen la semana pasada.

Noche

Te levantas a las 4 y media y vas directo a cagar. Es el día y la hora en la que comienza el baile. No sabes si estar feliz o acojonado. O todo a la vez. Vas a desayunar. Te encuentras con Jose Peludo que ha venido a grabarnos y a reconocer el terreno para su asalto el año que viene. Dices lo que puedes mientras el sueño todavía te vence. Ya están terminando de desayunar Joserra y Vivérrido. Zubi aparece minutos más tarde.

Tres rodajas de melón y un zumo de naranja. Punto.

Cargas las bolsas y vas a preparar la bici. Inflas las ruedas. Colocas el Aerodrink y lo llenas del maná. Pegas un tubular extra a la tija con cinta americana por si las moscas. Dejas la bolsa de comida para el avituallamiento especial y terminas las tres tonterías pendientes. Y vuelves al hotel, que está a 200 metros. A cagar otra vez.

Nacho Paquete nos acompaña de vuelta. La familia sigue durmiendo, como si no tuvieran nada que ver con la batalla que se libra fuera. Han estado todo el año soportando a un pelma que se iba a entrenar a cualquier horas. Nunca se lo agradeceré lo suficiente. Gracias de todo corazón a mi esposa y mis hijos. Gracias de verdad, hay mucho de este finisher en vosotros.

Océano

Empieza a clarear y te ajustas el neopreno. Cierras el velcro y, al chequear el reloj te das cuenta de que casi son las 7. A tu alrededor mil y pico condones negros con un gorro naranja. Un abrazo a Zubi, unos saludos a los colegas y al agua.


Abierto, muy abierto, como todo el mundo. Primeras brazadas para calentar y para buscar un espacio. En seguida llegan la primera boya y el giro. Muy limpio, sin golpes. Atacas el primer largo, con un fondo negro, sin línea que seguir y con un cloro bastante salado. Se me hace corto el siguiente giro. Y la vuelta es rápida, con una bendita corriente que empuja a favor. Sales a la playa y compruebas que no eres de los primeros.

Segunda vuelta. Pegado a las corcheras para no hacer metros extras. Brazada sin esfuerzos, a un ritmo estúpido que no cansa y que podría repetir hasta el infinito. En esta ocasión la vuelta es algo más lenta, pero me da la oportunidad de ver un lenguado mientras se escondía entre la arena. Tocas tierra.


Sales del agua y, empujado por la euforia, corres camino de la transición. Pablo y Juan Diego me paran los pies y me dicen que no tenga prisa, que tengo todo el día. Tienen razón. Frenan mi vigorexia y me paro en las duchas a lavar bien la cara. En la carpa me pringan de crema, me visto de ciclista, me tomo un red bull, un gel y una barrita y me voy a por la bici, que está donde Judas se tiró el último pedo. Veo a Lorena con los peques. Les digo que estoy muy bien y animado. Me pongo las zapatillas y comienza el baile de verdad.


Lava

Mi tío Antonio y mi amigo Javi me vienen a la cabeza. Este IM va por ellos. Por lo que ellos amaban el deporte. Avanzo cadencioso por la isla, pasando kilómetros. Mucha gente me adelanta. No me importa un pelo. En vez de mantener las pulsaciones entre 145-152 las tengo por debajo de 140. Es un seguro de vida en esta ocasión. Siguen pasando kilómetros. Me acuerdo de una frase de Esteban: cuando encuentres tu conexión con la isla, aprovechala y no la sueltes. Llega en la zona de los Hervideros y en Timanfaya. Lloro emocionado. Voy feliz. El viento sopla fuerte, con rachas puñeteras, pero estaba en el guión y no me sorprende. Sólo soy consciente del maravilloso paisaje, de lo bien que me encuentro y de un millar de pensamientos positivos. Llega, sin darme cuenta, el primer mirador.


El jueves previo Zubi, Josan y yo nos hicimos parte del recorrido de la bici en el coche. A Zubi y a mi se nos cambió la cara. Yo llegué a pensar que no estaba hecho para el IM. Así, sin bromas y con el corazón en la mano. Lorena nos dijo en la cena que parecía que íbamos a un funeral. En realidad era peor, porque los cadáveres éramos nosotros. Cuando vas subiendo una cuesta en segunda y notas cómo el viento zarandea el coche, miles de fantasmas te rodean.


Avanzo con Nacho Paquete. Regulo bastante y los kms pasan. Voy tomando referencias a algunos a los que paso. Sin darme cuenta estoy cogiendo la bolsa en la cima de Haría con lo que había preparado. No me como el sandwich, pero me aprieto otro red bull, otros dos geles y una barrita. Hace frío, así es que hago un pis y me tiro para abajo en seguida.


Al llegar a la parte de abajo, con el frío en el cuerpo y la tensión de un descenso muy técnico, comienza de nuevo la subida. Suena la alarma. Un pinchazo en el cuádricep derecho me acojona. Me tranquilizo, meto una corona más y sigo dando pedaladas. El dolor pasa en un minuto y sigo para arriba. Aparecen Peludo y los Aguaverdes de nuevo en un pueblo, animando como locos. Sonrío, todavía más.

Pedaleo, a veces con una velocidad de 8km/h. En realidad no conozco la velocidad porque cambié el tubular delantero la noche anterior y no está ajustada la longitud de la nueva rueda. Me acuerdo de Toño y de Lonely, cuando me decían que, aunque viera que iba a 8 o 9 por hora, que siguiera, que era normal. En seguida se ve la graciosa y se corona el Mirador del Río.


Bajo tranquilamente y voy mirando el reloj. Voy de sobra para pasar el corte. Sólo faltan unos 30km de subida y luego ya está hecho. Subimos a Nazaret, por una carretera pestosa y con un huracán de frente. Es el final, pienso, esto está hecho. Una vez pasado esto, se acabó. Giramos a la izquierda y aparece el infierno bajo las ruedas. Un asfalto de mierda amenaza los tubulares. Asfalto como puñales. Baches. Traqueteos de la bici. Pienso en lo poco que me apetece un pinchazo ahora. Se obra el milagro y llego otra vez a la carretera de verdad. Km 165 aprox.


Para mi se ha terminado el IM. Ya sé que soy finisher. No me hace falta más. Los últimos 5 km de bici voy hablando solo. Dando gracias a Dios por estar vivo. A Toñín por ser el tío más genial del mundo. A Alberto, por la llamada dos días antes en la que casi me hace llorar. A mi mujer por empujarme cada día. Voy en una nube camino de Puerto del Carmen. esto está en mi mano.


En el pueblo ya hay gente con muchas pulseras. Ruedo en paralelo a ellos y no paro de sonreír. Como todo el día. Hago un tiempo de 7:50 que me juro bajaré en dos horas la próxima vez. Nunca he pedaleado tanto tiempo, tantos km, pero no me siento cansado.


Descansar es cambiar de tarea (gracias Amparo) y me voy a descansar a correr una maratón.


Paseo

Larga transición. Demasiados esos 21 minutos. Me da igual. Me relajo, Me cambio el pantalón y salgo a trotar. Allí está de nuevo la familia. Y los aguaverdes. Estoy feliz y me encuentro estupendamente. Comienzo trotando tranquilo, como lo que tenía previsto.


Ya me he tomado un par de ibuprofenos para mitigar las posibles molestias de la cadera. De momento no hay señales de dolor. Me voy cruzando con gente. Zubi, Talín, Maca... Me pasa Termin, que a la postre entraría antes que yo.


Bebo, como, troto, meo. Vuelvo a mear. Y otra vez meo. Lonely va mal, vomita de vez en cuando y lleva mala cara. Vuelvo a mear: una palmera, un baño portátil, un murete, otro baño... Vuelvo a mear. A veces me canso de trotar y camino. No sé muy bien cuándo caminar y cuándo trotar. Me resulta igual de cansino, pero a veces me da pereza una cosa y otras veces la contraria. Vuelvo a mear.


Paso por meta y van cayendo pulseras. En cada paso el speaker dice mi nombre y me preguntan cómo estoy. "Genial" contesto mientras aumenta (todavía más) mi sonrisa. Lo grita al viento y la gente aplaude. Vuelo. Voy cogiendo a Álvaro en cada paso y repartiendo besos. Cada vez quedamos menos en carrera. Y va llegando el final.


Mando algunos sms a falta de 3km. Un guiri me dice que si estoy llamando un taxi. le digo que no, que estoy avisando al hospital. Nos descojonamos. Me despido de los voluntarios. Ahora sé que volveré el año que viene. Vuelvo a llorar bajo las gafas de sol. Sólo un par de lágrimas.

Llego donde están los aguaverdes y la family. Reparto más besos y más sonrisas. Voy a bajar de 15 horas (objetivo cumplido). Cojo a Alvarete y esprintamos juntos. Los últimos 200 metros son una fiesta. Es una lástima, pero se me acaba el gran día. Agarro la cinta de meta, alzo a Álvaro y le abrazo. Doy la mano a Kenneth Gasque.

Misión cumplida. Soy feliz. Algunas personas están a mi lado en ese momento, aunque sus cuerpos estén a cientos de metros, miles de km o en otra dimensión. Le voy a poner a Álvaro la medalla pero él me dice "No papa, la medalla la has ganado tu". No lloro por no asustarle. Me muero por dentro. Tengo el mejor hijo que cualquier padre pueda desear.


No tengo ganas de nada más. Quiero tranquilidad, tiempo para mi. No paso por la tienda médica, ni por los masajes, ni por la cena. Agarro la bici y las bolsas y me voy para el hotel. Vacas me advierte de mi error y me acompaña de vuelta a por el diploma y el polo. No tenía ni idea de la logística del finisher y me iba de rositas sin mis trofeos. Recojo de nuevo los trastos y llego a la habitación. Sólo puedo comerme una pizza, ducharme y caer fundido en la cama.


Epílogo

A las 5 de la mañana me despierto. Me duele el cuerpo. Todo entero. Tengo un par de uñas de los pies tocadas. Me revuelvo en la cama. Pienso en mi día, en lo que he hecho. Y vuelvo a llorar, ahora más tranquilo y más rato. Para algunos el IM es algo rutinario. A mi me ha costado años perseguirlo. Meses sufriendo en los entrenamientos. Soportar lluvia, viento, horas lejos de casa. Conversaciones y besos perdidos con mi mujer. Dejar de ver a mis hijos. Me merezco llorar de felicidad un rato, me lo he ganado.


Leí una frase muy bonita hace unos meses: "Lo que haces en el trabajo determina lo que posees. Lo que haces en tu tiempo de ocio, determina los que eres". Y yo, ahora, soy finisher del IM de Lanzarote. Y no todo el mundo puede decirlo.


Futuro

Tengo claro el futuro: más, mucho más y mucho mejor. Voy a apostar y puede que salga bien o salga mal, pero no tengo nada que perder y mucho que ganar. Y no tengo nada que demostrarme, sólo que puedo hacerlo mejor.


El año que viene quiero hacer unas 4 horas y media en 1/2 IM y bajar de 13 horas en Lanzarote. No es demasiado agresivo, pero me va a obligar a entrenar mucho más fuerte. Y, además, empiezo la semana que viene a darle, aunque el día de entrenar de verdad sea el 1 de septiembre.


Esto es la hostia.

Besos en los morros,

Dani
P.D. Las fotos, esta semana