Talavera & Duatlón
Buenas noches,
disculpad por que ayer no pude escribir y hoy es lo primero que hago productivo en todo el día.
Ayer tocó quedada en Talavera. Genial grupo, buen rollo, ánimos de todo el mundo, flechas de impresión para dar envidia... Lástima no haber podido quedarme al 'tercer tiempo' como llaman en rugby a las cañas.
Cuando uno piensa en un triatleta de ironman, se imagina un montón de músculos agolpados, producto de horas de entrenamiento y gimnasio. Piensas en cuerpos de anuncio, hiperdesarrollados, inflamados. A veces parece que diseñados para distancias muy cortas, no para meterse en una locura de kilómetros y luchas contra el corazón y el consumo de oxígeno. Pablo no sólo es IM, sino que tiene un nivel que ya nos gustaría a muchos de nosotros. Sin embargo, su aspecto es mucho más parecido al de un ciclista después de una carrera de 3 semanas o a un maratoniano en los días previos a la competición: está seco como un sarmiento. Sin embargo, bajo su perfíl anguloso, se dibujan unos músculos efectivos, capaces de exprimir cada contracción y convertirla en oro. Capaces de rendir maximizando cada latido que pasa por esas venas bien visibles y con cada inspiración de aire. A primera vista es un tipo que genera confianza. Sabes que te puedes poner en sus manos. La gente del club me lo ha corroborado, así es que estoy tranquilo al depositar mi sueño en manos del 'sensei'.
El entrenamiento fue muy suave, aunque las secuelas han sido terribles: tengo unas agujetas horribles en el glúteo y en el bícep femoral. Además, el pie vuelve a dolerme. No pasa nada, hay que ser más fuertes que el dolor.
Me vine pronto para casa, a ver cómo andaban Álvaro y Lorena. Pillé un maldito atasco en Móstoles y me costó llegar a casa más de lo deseado. Álvaro había pasado la tarde más o menos bien, hidratándose, sin vómitos, aunque muy apagado de ánimos. Se me quedó dormido en brazos, cuando normalmente monta fiesta nocturna todos los días.
¿A qué viene lo de Duatlón? Pues es que me metí entre pecho y espalda un par de sandwiches de tortilla de patata con tomate frito (soy un maniático de esa combinación) y, después de moñear un rato, nos metimos en la cama. A las 3:00, con Álvaro metido en el lecho conyugal por que daba la vara cada 5 minutos, empecé a encontrarme mal "la mierda de la tortilla, que me la he comido como un poseso" pensé.
A las 4:00 empezaba mi peregrinar al cuato de baño. La primera pueba consisitó en entrenar la transicion de vómitos (3 arcadas bien seguidas, con restos de torilla y de los espagueti de la comida) a diarrea (suelta de 'tapón para pasar a 'pintura con pistola'). Álvaro me había atizado bien la gastroenteritis.
A las 5:00 me limité a una prueba en solitario de vómitos, esta vez con menos contenido y extensión, pero igualmente desagradable.
Una horita más tarde, decidí que porqué no volver a entrenar las dos disciplinas y allí estaba yo, a las 6:00, soltando 3 litros de flemas y otra vez pintando a pistola (siempre en ese orden, que vomitar arriesgándose a no haber terminado lo otro debe ser muy desagradable).
Lo peor no fué eso. Lo peor aconteció cuando, metido de nuevo en la cama, me dió un tirón en el gemelo de la pierna derecha como no había sentido en mi vida. Intenté calmarlo en la cama pero, dado el dolor y la imposibilidad de que se me relajara, opté por caminar por el pasillo. Al llegar al final del pasillo, con la frente sudorosa y el cuerpo helado, empecé a encontrarme mal. Mal de verdad. Mal como para pensar... "aquí pasa algo más". Me fuí al baño, a ver si era un asunto intestinal. Negativo. Acabé dando tumbos, mareado, buscando una silla de Ikea (de estas que son una especie de sillón que se balancea) que hay en la habitación donde duerme el peque. Llegué muy mal, incapaz de sostenerme, mareado, completamente ido. Al sentarme llamé a Lorena y le dije que el tema no era una broma, que rápidamente trajera un isostar, aquarios o lo que hubiera preparado. Necesitaba los líquidos y las sales que había ido perdiendo y que, tonto de mí, no había repuesto.
Hace años tuve un accidente de coche y, mientras que los bomberos despedazaban la carrocería para sacarme, fui consciente de que podría estar muerto. Ayer fue la segunda vez en mi vida que lo pasé así de mal. Mientras Lorena me traía el líquido, mi cuerpo estaba helado en el sillón, la frente sudorosa, había perdido casi el sentido y se me habían dormido los brazos. Lo peor es cuando empecé a oír un zumbido muy claro, que sabía que era producido por mí y que parecía anunciar que mi cuerpo empezada a desarmarse. Ahora, cuando lo pienso, parece que es como si a Dios se le hubiera acabado la energía para mostrarme una luz al final de el túnel y hubiera tenido que tirar de un zumbido más barato para llamarme. Afortunadamente, no ví mi vida pasar en imágenes. Como diría mi amigo Fernando, "bastante jodido debe ser morirse como para, encima, hacerlo viendo cine español".
A partir de ese momento todo a ido mejor. Con la tripa llena de agua y algún entrenamiento más (sólo disciplina de diarrea, nada de duatlón), he pasado la noche y la mañana hasta las 14:00 en que he amanecido. Lorena ha caído más tarde en las mismas miserables condiciones, aunque sin pasar por el trance de la deshidratación. Álvaro está casi bien, aunque ha tenido un par de diarreas vespertinas. Mañana no sé si ir yo a la guardería y mandar al peque a mi ofi, o qué coño hacer. Ninguno de los 3 estamos como salir de casa, pero ya veremos cómo nos levantamos. No tengo ni idea de qué hacer con el entrenamiento de mañana...
Lo dicho, Talavera, una bonita experiencia y Duatlón nocturo para olvidar.
Buenos sueños,
Dani
PD A ver si mañana puedo colgar alguna de las fotos que hice y los pdf con mis resultados de la prueba de esfuerzo.
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