Filosofía de bolsillo

Una vez me dijeron que toda la filosofía importante para la vida venía recogida en la trilogía de El Padrino. Vistas las películas, he de decir que no están nada mal, pero que tampoco es para tanto (en cuanto a filosofía).

Tengo tres filósofos de cabecera que, en el devenir de los años, han ido añadiendo consejos, ideas o destrucciones constructivas, según el momento de la lectura y las circunstancias que lo rodeaban.

Creo que debo poner en el centro a Ciorán, ese entrañable pesimista antropológico para el que, una vez condenados al sufrimiento de vivir y a la desesperación del sinsentido, sólo queda la esperanza de lo absurdo o el lirismo más profundo. Uno de mis sueños hubiera sido conocerlo en persona y quizá pasear con él cerca el teatro del Odeon o de los jardines de Luxemburgo. Visité su tu tumba, sobria, hace ya casi 8 años.

Muy pegadito a Ciorán está Manuel Vicent, del que creo que ya he hablado. Él me acerca a la luz, a lo fácil que sería vivir con una casa cerca del mar, una barca y unos tomates. Me conecta con los clásicos, con el queso y el vino. Con Jenofonte o Platón, con las aceitunas y con el aceite. Con Virgilio y con una hogaza de pan recién horneada.

Y, como maestro de juventud, necesario en ese proceso en el que los granos aparecen y se convierten en un estadio vital, está Hermann Hesse. Te descubre lo único y maravilloso que eres, el potencial que tiene cualquier ser humano. Lo jodidamente complicado que es encontrar un hueco cuando te das cuenta de tu individualidad. Te abre al mundo, avisándote de que tu destino no tiene por qué ser trágico, pero advirtiéndote de que pensar puede resultar nefasto.

Me diréis que Manolo Vicent y Hermann Hesse no son filósofos de verdad pero, como decía Karl Jaspers, cualquier persona, por el hecho de serlo, ya es un filósofo con la misma credibilidad que un "profesional de la filosofía". Vicent y Hesse están, en este caso, muy por encima de cualquier persona.

Finalmente, hay canallas que te destrozan el día a día con frases, aforismos o puñetazos verbales. Son tan poetas o tan intelectuales como cualquier docto catedrático. Canallas como Sabina, cuando dice...

"Y, si protesta el corazón,
en la farmacia puedes preguntar
¿venden pastillas para no soñar?"


Y me diréis "¿a qué coño viene esto?" Y os responderé "pues no tengo ni puta idea". Pero, dado que no ejercito el cuerpo, al menos os cuento que la cabeza está en pleno funcionamiento.

Menuda mierda de blog de triatlón...