Dolores en los daños

El segundo día de entrenamiento se resume en "dolor". Ayer, con las prisas de siempre no tuve tiempo de estirar y hoy me duelen ciertas partes de las patas. Nada serio, pero incómodo.

Pero vamos, es lo de siempre: vuelta al tajo... vuelta a los dolores.

Talín es un cachondo. Después de meterse 3 IM este año y no sé cuántas carreras más, va el tío y me dice que esta semana no ha entrenado nada. O sea, que te he ganado esta semana en entrenamientos. Yo sólo te aviso de que te vayas echándote a temblar este año, que en Austria te doy a enseñar el sillín de mi bici y luego mi lindo trasero en la carrera. Talín, eres un puto crack.

Ayer llegaron mis suegros de sus vacaciones por el sur de Italia a Barajas a las 12 y pico de la noche. Fui a recogerles y tuve que esperar una hora viendo cómo llegaban otros vuelos. Me llamó la atención ver a la selección española de ¿lucha? que era recibida por un escaso-pero-ruidoso séquito familiar. También llegaron cargados de trofeos otros integrantes de la selección española de alguna disciplina deportiva, pero en este caso eran deportistas con alguna discapacidad. En cualquier caso, va mi reconocimiento por aquellos que sudan entrenando en el anonimato y contra las masas y se dejan la piel por unos colores o por ellos mismos.

Fue más emotivo si cabe el aterrizaje de un vuelo que hacía escala en ¿Frankfurt? y que venía de China. Docenas de familiares abarrotaban la terminal, a la caza fotográfica de las primeras caritas en su nueva casa, de bebés chinos adoptados. No he visto tantas lágrimas de felicidad en mi vida. Fue realmente bonito ver cómo se abre un mundo nuevo a esas criaturas y cómo sus nuevos padres eran realmente eso: sus padres.

Por último cierro hoy con la frase que me envía el maestro: "Un espíritu ávido llega a encontrar alimento en una tierra árida"

A dar caña.