Muerto, matao y morío

Este medio día he nadado 1500 metros de piscina (2º día de la temporada en el agua). Por la tarde tocaban 80 minutos de carrerita, pero mi cuerpo serrano ha dicho que ya estaba bien a la hora. Estoy fundido.

A los 20 minutos de carrera, una flema venida a más casi me hace vomitar, pero una paradita a tiempo, unas arcadas y unos esputos leves controlados han salvado la situación.

Hoy le comentaba mi plan semanal a un bípedo implume, del que no voy a dar el nombre, y el lechón me ha dicho "ya sé yo por qué no tengo entrenador". Esta semana va a ser jodidilla. De momento llevo 3 horas y media y me quedan casi 10 hasta el domingo. Espero no romperme.

Lo mejor de todo: he empleado 120 minutos de mi vida en hacer algo que me apasiona. He utilizado dos horas de mi vida para disfrutar. He puesto mi corazón por encima de 180 pulsaciones cuándo y cómo yo he querido. Me ha dado el viento en la cara volviendo a casa.

Mañana vuelvo a la piscina, a meterme 2000 metros, si el dolor que tengo en el daño, encima de la pupa, de la contractura de la agujeta, me deja sentir la espalda. Pablo, me vas a hacer un hombrecito, pero estoy sufriendo como un perro.